sábado, 23 de mayo de 2015
Uso de las Herramientas Tecnológicas en la vida Cotidiana
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tienen actualmente un rol clave en nuestra sociedad, pues su desarrollo está provocando rápidas transformaciones en todos los ámbitos. La utilización de las TIC por parte de niños, niñas y jóvenes es considerable y además, se encuentra en plena expansión. Según Suoronta (2003), las TIC se están convirtiendo cada vez más en una parte importante de la vida cotidiana de estos, lo cual tiene implicaciones en la forma en que utilizan su tiempo, e interactúan con las personas de su entorno.
Por lo general, los jóvenes están mucho más familiarizados que los adultos con la cultura digital (Tapscott, 1998), lo que ha dado lugar a un modo de socialización bidireccional: los adultos enseñan, pero también aprenden de sus hijos, así como de otros jóvenes. La cultura de los medios es parte fundamental de la vida cotidiana de los chicos y chicas, pues sus actividades se estructuran alrededor del uso de éstos. Así, las historias e imágenes contenidas en los medios se convierten en ejes importantes para la construcción de su identidad (Feixa, 2001). De hecho, los agentes de socialización tradicional (la escuela y la familia), se encuentran influenciados por las TIC y, en cierta medida, han sido sustituidos por ellas (Suoronta, 2003).
Esta situación está generando un amplio debate sobre el impacto de las TIC en la formación de los menores, el cual se mueve, como también ocurrió con la televisión, entre posiciones más o menos extremas que van desde la utopía al fatalismo. Mientras algunos autores como Minoura (2001), se preocupan por el hecho de que los usos comunicativos de las TIC estén reduciendo el contacto humano; otros, como Lorente (2004), defienden que tecnologías como el teléfono móvil o los chat, actúan como instrumentos de socialización para los más jóvenes, reforzando su sentimiento de pertenencia a un grupo. A parte de los mencionados, se atribuyen a Internet otros peligros que afectan directamente a la integridad de la infancia, como la pornografía infantil o la pederastia. Si bien es cierto, la capacidad de un niño o un joven para interpretar y hacer frente a este tipo de problemáticas, depende precisamente de sus competencias personales y del conocimiento que tenga de estos nuevos medios.
Pero no solo el acceso, sino también el hecho de conocer o no las estrategias y herramientas implicadas en el uso de las TIC, puede dar lugar a diferencias entre niños/as y jóvenes. Como describimos a continuación, en el estudio de caso realizado, los distintos usos de las TIC por parte de los jóvenes, ya sean formales o informales, pueden constituir tareas de aprendizaje. Actividades como leer un texto y comprenderlo, en formatos y mediante utensilios tan diferentes como un ordenador, un reproductor de cds, un teléfono móvil, o un equipo de vídeo, son requisitos de lo que se ha denominado alfabetización digital (Area, 2001). Por ejemplo, las salas de chat se pueden contemplar como un foro pedagógico que facilita el aprendizaje, como por ejemplo en el dominio del lenguaje, o la comunicación válida. Al enviar mensajes de texto a través del teléfono móvil, los jóvenes producen nuevas formas de comunicación y recrean el lenguaje. Algunos estudios muestran como los videojuegos mejoran la capacidad sensorial y la percepción estética, así como contribuyen al desarrollo de gran cantidad de capacidades cognitivas (Rodríguez, 2004). El relativo descenso del precio de los ordenadores, en paralelo al desarrollo del diseño de programas informáticos permite, a gran número de jóvenes, realizar sus propias creaciones, por ejemplo musicales. Esta nueva forma de cualificación de los jóvenes, con frecuencia adquirida mediante el aprendizaje informal, debe ser considerada como una oportunidad para el desarrollo personal y social (Suoronta, 2004; Brader, 2001). Se debe proveer a los niños y a los jóvenes de oportunidades para adquirir capacidades en múltiples formas de alfabetización, que actúen como soporte en el desarrollo de sus relaciones sociales y comunitarias, ya sean éstas materiales, virtuales, o una combinación de las dos.
Según las investigaciones de Hellawell (2001), la utilización de las TIC puede ayudar a desarrollar nuevas capacidades y mejorar la empleabilidad y la confianza en uno mismo. Aprender a utilizar Internet puede suponer, para los jóvenes, una oportunidad de relación y desarrollo de lazos de amistad. Esta idea está relacionada con los planteamientos de Castel (1992) sobre la vulnerabilidad social, quien define la zona de integración social a partir del hecho de tener un trabajo estable, pero además, una inscripción relacional sólida, tanto familiar como vecinal. En el caso de los adolescentes, los lazos de amistad pueden proporcionar esta red de relaciones, que favorecerá su inclusión social.
Para lograr el acceso a las TIC, se requiere una alfabetización digital, definida como “conjunto de hábitos a través de los cuales se interactúa con las tecnologías de la información y la comunicación para aprender, trabajar, socializar, divertirse, etc.” (Ba, Tally y Tsikalas, 2002). Pero ni todos los jóvenes tienen acceso a las experiencias de interconexión, ni estas tienen las mismas características, como expresan las conclusiones del estudio realizado por Ba, Tally y Tsikalas (2002). En este estudio se compara el uso del ordenador en el caso de niños y niñas de familias con niveles de ingresos bajo y medio, en distintos barrios de la ciudad de Nueva York. Los autores concluyen que las capacidades para el uso de las tecnologías reflejan las circunstancias locales de cada niño/a. Esta situación remite a la idea de fractura o brecha digital (digital divide) la cual consiste, en su sentido más genérico, en la distancia entre aquellas personas y comunidades que dominan, acceden y utilizan eficazmente las TIC, y aquellas que no (BECTA, 2001)[1]. La disparidad en las posibilidades de acceso en la cultura de los medios refleja las ya reconocidas diferencias en ingresos, salud y educación. De hecho, las desigualdades en la difusión de las TIC son consecuencia de las profundas discrepancias económicas, sociales, políticas y educativas de las sociedades del mundo actual.
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